miércoles, 19 de octubre de 2011

LAS NUBES

Me levanté una vez más del suelo, el caballo me había vuelto a tirar, pero me gustan tanto que una rozadura o una herida no iba a evitar seguir con mi mayor afición:
-¿Estás bien Filípedes?-preguntó mi profesor.
-Sí, ya sabes que me volveré a caer, pero esto no duele.
Al llegar a casa mi padre me recogió con un desgarrador abrazo, oprimiéndome el pecho y casi llegándome a ahogar. Mi padre estaba terriblemente enfadado, mi afición por los caballos había llevado a la ruina a nuestra familia:
-Menos mal que había pensado en todo, ve a la escuela de Sócrates, allí te enseñarán como hacer frente a nuestras deudas.
-Ni hablar, no pienso ir, ¿por qué no vas tú?
-Pues igual voy.
-Pues vete.
Al final fue mi padre el que fue, y cuando volvió me contó cosas extrañísimas, como que Zeus no existe y que en realidad las nubes eran dioses muy poderosos. Con su conocimientos nuevos de tratar con la gente fuimos decididos a ver a quien debíamos dinero:
-!No vamos a pagar¡-exclamé.
-Y, ¿por qué no?
No le supimos contestar, entonces yo, aturdido, pegué una colleja a mi padre y más tarde fui a ver a Sócrates, para quemar su escuela y si podía a él mismo.

1 comentario:

  1. Me parece que está muy condensada la historia. Es curioso que ya un autor griego se plantease la existencia de un dios supremo. Puede que estemos ante la primera parodia sobre la religión de la historia... Después vendrán muchas. ¿Se te ocurre alguna?

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