jueves, 1 de diciembre de 2011

Primer Capítulo


Una vida cualquiera



Me levanté con un regusto amargo en la boca, sudoroso, y con Jack* en el extremo del colchón. Hacía tiempo que me despertaba con solo su simple compañía,  hoy se cumplía el segundo aniversario de mi despido y mirándome al espejo vi que no era yo, se parecía pero no era yo. Me duché, me peiné y salí a la calle, pero, de repente, vi en la puerta un cartel cuyo mensaje correspondía con un aviso de impago. ¿Cómo pretendería que pagara si no pago ni la comida? Hace tiempo que la rebusco en las basuras cercanas a grandes supermercados. Y sin dejar que esto influyera fui decidido a ver a mis hijos, Xavier y Elvira, de diez y catorce años, este fin de semana podía ir a verlos según el acuerdo del divorcio. Mi mujer se llama Miriam, es morena, baja, con unos ojos verdes penetrantes y una sonrisa que infundaba tranquilidad, mi hijo es moreno y alto para su edad, tiene los ojos castaños y siempre esta enredando a su hermana, Elvira tiene los ojos marrones, es rubia y tiene la misma sonrisa que su madre, su misma sonrisa.
Andaba por esas largas calles repletas de escaparates donde antes venía incluso como cliente, los edificios se extendían sobre cada acera y me hacían sentir más insignificante si pudiera, incluso me prohibían ver las nubes. La gente que pasaba a mi lado tampoco me mostraba mucha atención, quizás fueran egoístas, ricos o estaban peor que yo.
Los árboles empezaban a teñir sus hojas y cada vez dejaban pasar más la luz del sol, mientras en los grandes y verdes campos del Retiro comprobé como en medio de tanta gente, algunos, intentaban tan solo estar solos en esa inmensidad de gente, perros y coches.
Traté de disimular el olor a alcohol que correspondía a mi ropa, además me había afeitado  y mientras subía las escaleras observé que unos chicos estaban bajando un sofá, ¿se parecía a mi sofá? Bueno a su sofá según el acuerdo de divorcio, su casa, sus hijos, su coche, yo no me merecía eso. Bueno, cuando llegué al piso, vi que no quedaban muebles y encontré solo a mi mujer mirándome con cara de indignación, pero yo la seguía viendo como la primera vez, con una estúpida sonrisa imitando a la mía mirándonos con los ojos resplandecientes y mientras suspiraba y el suyo latía como saliéndose del pecho, pero hoy ya no era así, fui entonces a las habitaciones pero los niños no estaban y se lo pregun, con tono arisco me contestó:
-Están en su internado, ya que no te preocupas por sus estudios ya lo hago yo y tranquilo no te volverán a molestar, voy a proponer una ampliación del contrato que te prohíba ver a los niños por eludir sus necesidades .Además me mudo con Rafa a Barcelona, dice que me va a convertir en una artista.

Si no lo sabías ahora le había dado por pintar y ese tal Rafael, era un tontolaba que intentaba ligarse a mi mujer, ex-mujer, y ha picado, dice que no necesita mi ayuda, entonces no sé porque me pide una pensión todos los meses.
Rápidamente me fui a casa, los edificios teñían de sombras mi camino mientras los pájaros canturreaban al atardecer, mil imágenes recorrían mi cabeza cada segundo, subí corriendo a casa intentando esquivar al casero. Una vez allí lloré hasta que las lágrimas formaron uno más de mis vasos de licor y miré a mi cartera donde tan solo quedaban cincuenta euros, me sentía muy solo.



Jack*: bebida alcohólica correspondiente a whisky cuyo nombre es Jack Daniel´s.